Como uno de los impulsores, la “D” de LVD, contribuyó significativamente al éxito de la empresa que ayudó a fundar en 1954 junto a Jacques Lefebvre y Marc Vanneste. Los tres directores se complementaron bien entre sí, con el Sr. Dewulf actuando como el encargado de tender lazos tanto con el gobierno como con la industria. Como resultado de sus esfuerzos, LVD se ganó una reputación como fabricante de renombre y buen empleador en la región.

Bajo su impulso, LVD se convirtió en una empresa internacional. Su espíritu empresarial y su visión del futuro pusieron a LVD en el mapa como un jugador global innovador hace décadas.

A pesar de que había estado jubilado durante muchos años y había pasado la antorcha a la generación más joven, hasta el último momento permaneció genuinamente preocupado por la suerte de la empresa. Si era posible, todavía estaba muy feliz de venir a la empresa y aún mostraba un gran interés en los últimos productos y desarrollos. Le encantó conocer gente nueva en LVD, pero también se mantuvo muy preocupado por el bienestar de todos los demás empleados de la empresa. Le echaremos mucho de menos.